Cuando la tercera edad comienza a hacer su gran entrada en la vida de una persona, la prevención se torna en una palabra clave de la rutina, necesaria para tener un cuerpo saludable y condiciones óptimas de subsistencia.
Efectivamente, con el avance de los años, no solo la taxonomía se torna diferente, sino también el organismo, los órganos no funcionan a la misma velocidad, y los huesos pierden parte de su composición, en pocas palabras, los años se llevan consigo la juventud y demás aspectos que a esta acompañan, como la fortaleza, resistencia y capacidad de curar más rápido.
Debido a esto es que muchos geriátricos y centros de salud especializados en el cuidado de personas de edad avanzada y con patologías crónicas y degenerativas, han optado por crear una consciencia sobre la necesidad de utilizar protectores de cadera, para prevenir así fracturas en dicha zona, y las fatales consecuencias que pueden sobrevenir por una afectación en la misma.
La importancia de crear consciencia respecto al uso de protectores de cadera
Estudios estadísticos realizados en campo a la población general, y en centros geriátricos, ha permitido recabar datos de gran relevancia y que además crean una especie de alerta entre los cuidadores y ortopedistas, como también traumatólogos, pues en los últimos meses se han podido evidenciar que cerca del 60% de los miembros pertenecientes al grupo de la tercera edad, han sufrido caídas con traumatismos, destacándose un elevado porcentaje, cerca del 40% que han debido ser trasladados a emergencias.
Y entre estos, el 25% ha tenido que ser intervenido por fracturas en caderas, debiendo sostener un tratamiento intensivo, creándose así cuadros de inmovilidad y dependencia, en incluso dada la situación en la cual queda el paciente, es posible percibir el desarrollo de estadios de depresión.
La mejor opción: la prevención
Como ha de suponerse con el paso del tiempo, las condiciones de vida se van disminuyendo, la persona pierde jovialidad, fuerza y resistencia, pero los reflejos también se pueden ver comprometidos, todo esto junto a la torpeza en los movimientos y el desarrollo de los caracteres hacen que los movimientos puedan ser peligrosos y riesgosos, que las subidas se tornen complejos y las bajadas imposibles.
Es por ello, que lo más adecuada para un anciano, es optar por la prevención, y es aquí donde los protectores de cadera entran en juego, estos cuentan con las siguientes características:
- Fabricadas en telas adecuadas para la piel de un abuelo, hechos en algodón que permite una mayor transpirabilidad y comodidad en su uso, evitando así la producción de bacterias a consecuencia del sudor y disminuyendo la posibilidad de desarrollar escozor o dermatitis por el roce o contacto.
- Cuentan con almohadillas que se disponen a los lados, para de esta forma, acolchar la zona de la cadera, con el propósito de reducir la fuerza del impacto, distribuir correctamente el traumatismo en caso de que suceda y cubrir la zona y piel de cualquier objeto.
- La prenda se utiliza también para proporcionar resistencia a los músculos de la zona pélvica, por lo que, algunas personas que presentan incontinencia leve, han visto que su padecimiento ha disminuido con el protector, al quedar este ajustado, y brindar cierto soporte, aunando a ello, este proporciona tranquilidad a la hora de salir, los ancianos han demostrado que se sienten más seguros.
La prevención también aplica en las ingestas
Los galenos señalan que no todo puede depender de los protectores, sino que también debe hacerse consciencia de que la alimentación y la ingesta de suplementos, vitaminas y minerales es primordial para mejor la condición de vida.
La ingesta de calcio a esta edad, es fundamental, para poder así ayudar al cuerpo a recuperar parte del porcentaje que pierde con el paso del tiempo, de forma complementaria debe consumirse alimentos ricos en dicha vitamina, verbigracia ha de incrementarse el consumo de leche y sus derivados; por igual, la ingesta diaria fundada en proteínas es importante para la conservación de los huesos y de las articulación de los huesos, pero también para conservar la masa muscular necesaria para el desarrollo de los movimientos y la conservación de la fuerza que se amerita.